Para mucha gente, el desarrollo del ser humano puede ser algo misterioso, un mundo reservado a los filósofos o psicólogos profundos. Por ello, quisiera ofrecer una pincelada de lo que se sabe hasta ahora sobre este tema, aunque rehuyendo de tecnicismos y palabras incomprensibles para los que no están metidos en tales estudios específicos.

En cuanto al desarrollo humano, empezaré diciendo que hay multitud de líneas de desarrollo, o como diría Howard Gardner hay inteligencias múltiples. Esas diversas líneas de desarrollo, por citar unas cuantas, serían: la línea cognitiva (la consciencia de lo que es); la línea moral (la conciencia de lo que debería ser); la línea emocional o afectiva (la maduración emocional); la línea interpersonal (relaciones con los demás); la línia de las necesidades (pirámide de Maslow); la línea de la identidad del “yo” (¿quién soy yo?); la línea de la estética (¿qué es lo que más me gusta?, expresión, apreciación de la belleza, arte…); la línea psicosexual (desarrollo de una sexualidad sana; la línea de la espiritualidad (maduración de las preocupaciones últimas); y la línea de los valores (lo que la persona considera más importante).

En el presente artículo explicaré el desarrollo de la línea cognitiva según Ken Wilber. Así pues, la cognición humana se va desplegando, y a fin de poder estudiar esta evolución, los investigadores proponen una serie de estadíos, fases u olas anidadas (evidentemente, como los paralelos y meridianos de los mapas, en cierta medida arbitrarios, estos estadíos están para ayudar a navegar por nuestro desarrollo).

Entonces el desarrollo de la conciencia humana sería así:

  1. Nivel de conciencia oceánica (comienza con la concepción): el “yo” está fusionado con el útero, lo que da al feto un sentido de identidad oceánica. El primer gran hito en este nivel es la separación del útero con el nacimiento. Posteriormente, hasta los 4 meses (medias que pueden variar según el ritmo madurativo individual), el mundo interno y el externo del bebé no se diferencian sino que están fusionados. Aquí el bebé no diferencia su dedo pulgar de una silla.

  2. Nivel de conciencia sensoriomotor (desde los 4 a los 18 meses): el “yo” (o sentido de identidad) es el propio cuerpo, y el “paisaje” es el exterior a su cuerpo. Aquí, el bebé muerde una sábana y no le duele, en cambio se muerde el pulgar y sí le duele, ya los diferencia.

  3. Nivel de conciencia pránica-emocional (desde los 18 meses hasta los 3 años): el “yo” es emocional-libidinal y el “paisaje” son el cuerpo, otros cuerpos y objetos. Aquí no diferencia las propias emociones de las de los demás.
  4. Nivel de conciencia conceptual (de 4 a 7 años): el “yo” es conceptual y el “paisaje” son emociones, cuerpos y objetos. No obstante, hay que decir que el desarrollo en este nivel comenzaría haciendo imágenes mentales que le permiten cerrar los ojos e imaginar un perro que se parece al perro real (comienzan a los 7 meses). De las imágenes pasaría a los símbolos (de los 2 a 4 años), así, el símbolo “Lina” representa una perra, aunque no se parezca a ella. Y de los símbolos pasaríamos a los conceptos (de 4 a 7 años), que representarían a todo un conjunto de cosas, y así, la palabra “perro” representaría a todos los perros, no sólo a “Lina”.
  5. Nivel de conciencia “yo rol” (u operacional concreto) (de los 6/7 años a los 11/14 años): implica la capacidad de aprender reglas mentales y de asumir el papel de los demás. Por ejemplo, si usted coge un balón con una mancha de color rojo en un lado y una mancha verde por el otro, se la enseña, y luego la coloca entre usted y el niño, y luego le pregunta: ¿de qué color la ves?, y ¿de qué color la veo yo?, el niño del nivel conceptual responderá el mismo en ambos casos, y el niño del nivel “yo rol” responderá acertadamente, pues ya puede adoptar la perspectiva del otro.
  6. Nivel de conciencia del “ego maduro” (o de las operaciones formales) (a partir de los 11/15 años): ahora el individuo ya puede obrar sobre el pensamiento. Ya no se trata sólo de pensar sobre cosas externas, sino de pensar sobre el pensamiento. Por ejemplo, se les daban tres vasos de diferentes líquidos químicos transparentes, y les pedían que los mezclasen hasta lograr un color amarillento. Los niños que se encontraban en el nivel operacional concreto mezclaban simplemente los líquidos al azar hasta que conseguían el color (o se aburrían y renunciaban), o sea hacían las cosas de forma muy concreta.  En cambio, los adolescentes que se encontraban en el nivel de las operaciones formales comenzaban haciéndose una idea global de lo que ocurría cuando mezclaban A con B, B con C, A con C, etc. Y al pedirles qué era lo que estaban haciendo, respondían algo así como “quiero saber qué es lo que pasa con cada una de las posibles combinaciones”, es decir, seguían un determinado esquema mental que los llevaba a intentar todas las combinaciones posibles. Por primera vez puede comprender “qué es lo que ocurriría en el caso de que …” y pensar en analogías del tipo “como si …”, lo que abre las puertas al mundo del auténtico soñador.
  7. Nivel relativista o pluralista: (el “yo observador” está empezando a trascender y a integrar la mente y el cuerpo, siendo consciente de ellos como experiencias de su ser, o sea, un “yo” consciente de su cuerpo-mente, que pasaría a ser un objeto más de su “mi” (mi cuerpo, mi mente …), y el “yo observador”, tomando distancia, trasciende la mente y el cuerpo, y puede ser consciente de ellos como experiencias. No es que la mente contemple el mundo (como sucede en el nivel anterior) sino que el “yo observador” contempla, al mismo tiempo, la mente y el mundo. Aquí el individuo se centra en el logro de la autenticidad y ya no se contenta con las distracciones del mundo, que las ve como distracciones de su angustia existencial de tener que morir sin un dios que le pueda salvar. Por otra parte, en este nivel se siente un profundo respeto y tolerancia por las visiones que son diferentes a la suya, su lema es “¡viva la diferencia!”. También empieza a ver los límites de la racionalidad y a prestar atención a la emoción.
  8. Nivel de conciencia integral o global: esta estructura cognitiva permite pensar en forma de totalidades, holísticamente, tiene visión de grandes cuadros de sistemas de vida integrados en la gran red de la vida, con flujos evolucionarios. Percibe el orden dentro del caos, busca principios guiadores. Y, a diferencia del nivel anterior, percibe el sentido evolutivo del Ser, comprendiendo las jerarquías naturales de desarrollo. En el nivel anterior, se tiene una auténtica aversión a cualquier idea que suene con jerarquía, pues solamente ve opresión y prepotencia en ella. Encambio, en este nivel, se ve claramente que no todas las visiones del mundo son igual de abarcantes y profundas, por tanto, que hay un progreso, un avance, en forma de esferas anidadas u olas. Una evolución de la conciencia que en cada nuevo nivel, son integrados y a su vez transcendidos los niveles que le preceden.
  9. Nivel de conciencia transglobal: Esta estructura cognitiva permite ver o captar totalidades de forma inmediata, lo cual es diferente a lo que sucede en el nivel anterior de sólo pensar holísticamente. Unidad con todo el reino ordinario biofísico (por ejemplo, Gaia, la Pacha Mama, o la Madre Tierra). Aquí, al fin, estamos despojados de un sentido de identidad separada, este es el principio de la conciencia de unidad, que se irá expandiendo en los siguientes niveles.
  10. Nivel de la mente intuitiva: esta estructura de la cognición permite sentir las totalidades, en lugar de sólo pensar en algo o ver algo desde la distancia, en una posición de tercera persona, como se hace en los dos niveles anteriores. Aquí se siente directa e inmediatamente la totalidad, no sólo los elementos psicofísicos, sino también los elementos sutiles. La cognición se anexa al estado sutil. El desarrollo no puede seguir más allá sin alguna objetivación general del estado sutil, es decir, el estado sutil debe estar realizado de forma permanente.
  11. Nivel de conciencia de la sobremente (o causal): cuando el alma se aquieta más y más, el alma individual se disuelve en el fundamento omnipresente, y lo único que queda es el Espíritu. Aquí el “yo” es el Espíritu eterno de donde emana toda la creación, y que es la raíz de la libre voluntad y de la atención. El interior y el exterior se develan ficciones ilusorias, el yo y el otro se evidencian como una mentira obscena y el viaje concluye en el mismo punto donde comenzó. Aquí, el individuo es testigo de la totalidad, el testigo se convierte en una cualidad permanente, es testigo de la totalidad densa, sutil y causal.
  12. La conciencia no-dual o nivel de la supermente. La experiencia ordinaria ya está empapada del Espíritu. Todo tiene un sabor espiritual, el Un-Solo-Sabor que impregna todas las manifestaciones del Ser, Espíritu, Brahman, Tao, Buddha o Dios. En esta estructura cognitiva, el individuo lo está siendo todo, cualquier cosa que entra en el ámbito de la conciencia es auto-liberación, auto-consciente, momento tras momento tras momento. Incluye la Gran Mente, mas también tiene conciencia de todas las estructuras anteriores.
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